La inmunidad diplomática es un principio del derecho internacional que protege a los diplomáticos de un país anfitrión, otorgándoles ciertos privilegios y exenciones para realizar sus funciones sin ser molestados o perseguidos por las autoridades locales.
La inmunidad diplomática se basa en el principio de la igualdad soberana de los Estados y busca facilitar las relaciones diplomáticas entre países al proteger a los representantes diplomáticos de posibles interferencias o represalias por parte del país anfitrión.
Los diplomáticos que gozan de inmunidad diplomática están protegidos de ser arrestados o detenidos, no están obligados a testificar en tribunales locales y están exentos de impuestos sobre sus salarios y propiedades personales. Sin embargo, la inmunidad diplomática no es absoluta y puede ser levantada en ciertas circunstancias, como en casos de delitos graves o de violación de las leyes del país anfitrión.
En general, la inmunidad diplomática es un aspecto fundamental del derecho internacional que contribuye a preservar la integridad de las relaciones diplomáticas entre los Estados.
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